miércoles, 5 de noviembre de 2008

Cosas a borbotones

Cuando te conocí tuve miedo de enamorarme, llevaba una vida sin prejuicios que me había construido para mantenerme viva y en movimiento, no tenía sobresaltos y todo era lo mismo.
Tu sonrisa y tus besos hicieron que me fuera deshaciendo de mis amantes y de las ganas de tener alguno que no fueras vos.
No podía creer lo que sentía cuando te tenía cerca, o cuando dormías a mi lado, muchas veces creía que era un sueño y que cuando despertara no ibas a estar ya en mi cama, y por eso no quería dormirme, prefería verte para saber que allí estabas.
Sin embargo, a pesar de todo mi esfuerzo, lo mas hermoso que me pasó en mucho tiempo se terminó, dicen por ahí que lo lindo dura poco, y por eso trataba de disfrutar al máximo cada minuto que te tenía, porque sabía que podía ser el último.
Nunca entendí porque me decías esas cosas tan bonitas que hacían que se me cerrara el pecho y me quedara sin aire, si al cabo de pocos días te fuiste rompiéndome el corazón en mil pedazos y ahora volvés lamentandote por lo sucedido y yo sin saber bien si creerte o no acepto tus razones.
Supe que tenerte cerca no era bueno para mis nervios, encima esta vez no los podía descargar bailando, pero moría por tocarte aunque fuera un poquito, y al saludarnos para despedirnos, el tan esperado beso se hizo presente y la electricidad corrió por mi cuerpo cortándome la respiración.
Confirmé, entonces, que me quería quedar para siempre entre tus labios, con tus manos en mi piel y cuidándote el resto de mi vida, me fui a dormir sin conseguirlo ya que las imágenes, culpables como de quien comete un engaño, no abandonaron mi cabeza ni por un segundo.
Solo espero que todo aquello que sentí alguna vez pueda crecer, porque realmente es hermoso, porque, por vos, dejo todo, aunque se que no me lo pedirías

No hay comentarios: